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Dime qué interfaz tienes y te diré cuánto ganarás

abril 16, 2012

Hablar de interfaz, es hablar de que tenemos algo con el medio tecnológico que nos atrae o nos repele, que hay un espacio entre él y yo en el que nos sentimos solos y que, a veces, sólo a veces nos limita. Parece una historia de amor, pero es que si hacemos historia de la interfaz, reconoceremos en ellas un pasado que ha marcado y marca nuestro vivir cotidiano, porque a través de ella nos hemos comunicado y hemos interactuado.

En este post nos centraremos en dos tipos de interfaz:

•  La interfaz de comunicación: es la comunicación que establece la CPU del ordenador con cada uno de los dispositivos periféricos (teclado, ratón, teléfono móvil conectado a USB,…) que se unen a ella a través de cables enlazados a sus respectivos puertos de conexión o conexiones inalámbricas con el fin de permitir el intercambio de información

•  La interfaz de los usuarios: es todo lo visible en la pantalla del ordenador y la determinan los diseñadores. Cuenta con el diseño gráfico, los comandos, mensajes y demás elementos que determinan cómo interactuarán y navegarán los usuarios a través del contenido multimedia.

La interfaz gráfica, que no es sólo lo que se ve en la pantalla, sino también aquello que hace que un producto, un programa, una aplicación tenga éxito o no y sea relevante en la historia de la informática. ¿Por qué?, porque básicamente Internet es un medio de comunicación y los clientes se relacionan con los productos a través de su interfaz. Actualmente, un 45% de una aplicación está dedicado a la interfaz, sin embargo se dedica algo menos del 10% a su desarrollo.

Hay que recordar la presentación del iPhone de Apple en 2007, donde se destacó la diferencia con otras empresas del sector, basada en la interfaz, diferente al resto y que se basaba en una pantalla enorme denominada Multi-touch, con sensores de movimiento y acercamiento. A partir de entonces, todas la empresas del sector comenzaron a caminar en este sentido y quién no tiene hoy un móvil de estas características (vale, sí, mi madre).

Recordemos también el último cambio que ha realizado Facebook en el diseño de la interfaz y que, en principio atrajo muchas críticas. Unos meses después nadie se acuerda de cómo era la antigua, básicamente porque ha conservado la usabilidad, superior a la competencia: los widgets para ‘taguear’ fotos, en el buscador de personas, los famosos “Me gusta” e incluso los comentarios, que mejoran la experiencia del usuario. Una de las principales metas en la construcción de interfaces de usuario es la producción de sistemas usables y para ello hay que contar con lo que quiere o le gusta al usuario.

En este vídeo podemos ver una perspectiva rápida de esta evolución de la interfaz:

En el siguiente enlace podéis ver cómo han imaginado la interfaz de cinco de las aplicaciones más usadas en los años 80 y 90, cuando todavía no habían sido creadas ni imaginadas: interfaz 80-90
http://webbrain.com/brain/brain/D2B12420-8DBD-4F73-A436-34305CAA108F/thought/1/options/default

Y no queremos obviar los nuevos adelantos tecnológicos con una interfaz atractiva, con un diseño que atrae, pero de los que habrá que ver su utilidad real con la práctica.

 


¿Nos dejará satisfechos? La interfaz es increíble.

Pero más allá de todo ello, traemos el concepto de Wabi-Sabi, que es un concepto japonés que hace referencia a la belleza de lo imperfecto, lo impermanente y lo incompleto y contempla una estética, un diseño de los objetos que envejecen con el uso, que están hechos de materiales orgánicos. Son objetos con los que hemos creado vínculos emocionales: mis pantalones vaqueros, mi reproductor de cintas, mis discos, mi cafetera, mi camiseta, mi cámara antigua de fotos, mi vespino o mi primer coche. Es triste que cada vez nos encontremos con menos ejemplos de diseños que aguanten el paso del tiempo, por el avance del diseño plastificado.

Podemos hacer una prueba: ¿cuántas cosas de las que posees tienen más de 5 años?, (no vale mirar en casa de tus padres o abuelos). El diseño de hoy es el diseño de un par de años, el triste resultado de una sociedad hiperconsumista y terriblemente insatisfecha.