Archive for the ‘Mariola Olcina Alvarado’ Category

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Tecnología ubicuas para la participación ciudadana

septiembre 8, 2012

Uno de los principales valores añadidos que la globalización del uso de Internet ha traído consigo está estrechamente ligado a la facilitación de espacios de encuentro entre los ciudadanos. La dimensión cultural de Internet ha variado «el sistema de valores, creencias y las formas de constituir mentalmente una sociedad» (Manuel Castells) propiciando el diálogo entre comunidades que han encontrado en Internet redes de pares con las que compartir intereses y/o luchar por objetivos comunes.

En la Naturaleza, cuando muchos seres de una misma especie empiezan a colaborar entre ellos, se genera «Inteligencia colectiva«. En el apoyo mutuo o en la toma de decisiones en consenso se hace presente la inteligencia de la comunidad como organismo propio. Con la llegada de Internet, y en concreto, de la web 2.0, se abre la posibilidad de generar otros tipos de inteligencia colectiva, en otro lugar diferente, en el escenario digital donde la lógica es distinta y por tanto, nueva. Las relaciones que se generan en el entorno digital son muy variadas. Los usuarios conectados se organizan en comunidades, en grupos de afinidad, sin que el tiempo ni el espacio sea un obstáculo. En este post veremos un ejemplo de tecnologías ubicuas que crean redes ciudadanas, las cuales cristalizan en el espacio físico.

Todo esto, y relacionado con la Sociedad del Conocimiento, lo conceptualizó muy bien Pierre Lévy en su libro «Inteligencia colectiva». En él, el filósofo la describe como «una inteligencia repartida en todas partes,valorizada constantemente, coordinada en tiempo real, que conduce a una movilización efectiva de las competencias» Para Lévy, lo fundamental que recoge este concepto es que «el fundamento y el objetivo de la inteligencia colectiva es el reconocimiento y el enriquecimiento mutuo de las personas, y no el culto de comunidades fetichizadas o hipostasiadas«. Levy nos cuenta cómo en la Sociedad del Conocimiento, la invención «de nuevos procedimientos de pensamiento y de negociación que puedan hacer surgir verdaderas inteligencias colectivas se plantea con particular urgencia» ¿Pero puede darse una verdadera inteligencia colectiva si se siguen perpetuando los mismos sistemas? La respuesta es sí, pero con matices. Es necesario que la democracia, que se ha presentado como el sistema político más ecuánime, también se reinvente convirtiéndose en un organismo dinámico, vivo. Si se quiere garantizar la participación ciudadana, uno de los pilares democráticos, la búsqueda no tiene que ir hacia mecanismos inteligentes que garanticen supuestamente este cometido; sino a producir «las herramientas que permitan (a los ciudadanos) constituirse en colectivos
inteligentes, capaces de orientarse dentro de los mares tormentosos de cambios»

Esta Inteligencia Colectiva ha podido transferirse a los escenarios virtuales gracias a la sencillez creciente de estos entornos digitales y a la mayor facilidad de uso de los dispositivos informáticos; lo cual ha permitido la posibilidad de socializar -en lo que ahora llamamos redes sociales- como si lo hiciéramos a través de un «ordenador invisible»

La Plaza de la Puerta del Sol de Madrid durante las movilizaciones del 15M. Fotografía con licencia Creative Commons de Julio Albarrán.

En España, el mejor ejemplo de una red ciudadana que se genera en el espacio digital y trasciende al ámbito real es el movimiento ciudadano del 15-M. A raíz de la interacción de diversos usuarios en el foro de ¡Democracia Real Ya! y demás redes sociales, cientos de ciudadanos fueron agrupándose y organizándose en el espacio virtual para convocar el 15 de mayo una manifestación a nivel estatal. Estas manifestaciones se replicaron con éxito en decenas de ciudades españolas. Y así es cómo, una iniciativa que nace en la red acaba convirtiéndose en un movimiento ciudadano muy activo que conjuga muy bien lo local y lo global.

Uno de los aspectos más significativos fue la ruptura con los medios de comunicación de masas. Muchas de las consignas más vitoreadas tenían a estoscomo protagonistas. Aunque allí presentes, la “revolución ciudadana” se estaba narrando a través de otras herramientas que facilitaban a los ciudadanos ser los protagonistas de los mensajes. Poco a poco, los grandes medios fueron entendiendo que la lógica del discurso era diferente, y que por tanto, su función también tenía que serlo.

Interacciones de mensajes cortos  en internet en el 15M

En cifras, se calcula que participaron en la movilización cibernética del 15M, una red de 87.569 usuarios y 581.749 mensajes, con más de 200 páginas en Facebook y 200.000 seguidores, 70 palabras clave en Twitter y cotas de 500 mensajes breves (o tuits) por hora. (Jiménez, Isidro, 2012). Pero, a pesar de que el movimiento se gestó en ellas, el 15M puso las redes sociales virtuales en el centro del debate y empezaron a crearse otras herramientas de gestión digital distintas: libres y autogestionadas, como es el caso de N-1.

Una red social alternativa creada por el colectivo Lorea en la que prácticamente todas las asambleas del 15M comparten sus actas, lecturas y otros documentos en la red para que la gestión de estos grupos sea transparente. Es una potente herramienta de trabajo para colectivos sociales ya que permite desde confeccionar wikis, grupos cerrados o abiertos, hasta compartir documentos… Es decir, una plaza virtual donde seguir generando redes ciudadanas.

Podemos afirmar que los movimientos sociales han encontrado en la red la oportunidad de movilizar a comunidades comprometidas. Algunos lo llaman “activismo de sofá”, pero lo que está claro, es que el uso de las tecnologías ubicuas en movimientos como el 15M ha puesto de manifiesto que ya no hay que esperar a que nos cuenten nuestra propia historia.

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Impactos medioambientales de las nuevas tecnologías para la comunicación y el aprendizaje

septiembre 7, 2012

Al abordar la reflexión en torno a las nuevas tecnologías para el aprendizaje y la comunicación, se deben tener en cuenta el impacto que estos medios tienen en nuestro medioambiente.

La revolución tecnológica que vivimos hoy en día tiene efectos positivos y negativos en los individuos y en la sociedad, pero a esto hay que sumarle una tercera dimensión: la medioambiental.

En este sentido, se puede hablar de distintos impactos. Por ejemplo, en el consumo energético: Según Greenpeace, los centros de datos y las redes de telecomunicaciones consumirán en el 2020 casi dos billones de kilowatios/hora. A raíz de este dato, esta ONG ecologista lanzó una campaña de sensibilización respecto al tema, cuando Facebook anunció en 2010 su intención de abrir un nuevo centro de datos en Oregón alimentado por energía procedente del carbón, una de las más contaminantes.

Sin embargo, estas cifras deben verse en un contexto más global, ya que el impacto no sólo procede del consumo de energía de estos aparatos, sino de todo el ciclo de vida de los mismos. Este ciclo abarca desde la producción hasta el proceso de reciclaje, pasando por las políticas globales en comercio y demás. Cuando hablamos de la producción de estos aparatos, la preocupación viene por el excesivo consumo de recursos naturales empleados o el uso de componentes tóxicos presentes, sobre todo, en las baterías. Cuando hablamos del proceso de desecho, hay que tener en cuenta que son materiales difíciles de reciclar y en muchas ocasiones, no es rentable -monetariamente- reutilizar los componentes. Solo en 2010, se generaron en España 652 millones de kilogramos, es decir, 13,86 kg por persona, de los que únicamente 2,55 kg se recogieron y procesaron correctamente a través de los ‘sistemas integrados de gestión‘ (SIG).

Por poner un ejemplo de todo lo anterior, cada ordenador que utilizamos supone extraer y procesar 1.000 veces su peso en materiales, con el transporte de productos que ello implica y los impactos ecológicos que su producción supone.

El hombre, al servicio de la tecnología

El carácter inmaterial de la Sociedad de la Información y su condición ambiental inocua, es un mito. «Actividades que consideramos “amigables con el medio ambiente”: la lectura de un periódico on line, el envío de gran cantidad de información vía email, o colgar vídeos enYoutube, tienen también su coste energético y medioambiental, aparte de económico. Algunas de estas actividades se suponían que iban a ahorrar, por ejemplo, consumo de papel, pero el derroche de papel a escala global no ha hecho sino aumentar de forma imparable», comenta Ramón Fernández Durán.

Es decir, que los impactos ambientales de Internet se dan también en los efectos rebotes generados por este ciclo de vida que transforman la eficiencia y el ahorro en un mayor consumo posterior de recursos, generando grandes huellas ecológicas. «Este hecho choca con la cultura del “gratis total” que promueve Internet, y que muchos manipulan y magnifican, pues no hay ninguna actividad humana que sea “gratis” en términos energéticos y ambientales», de nuevo, parafraseando a Ramón Fernández Durán. De esta forma, la Sociedad de la Información puede ayudar a ocultar aún más la gravísima crisis ecológica que enfrentamos.

Consumir hasta morir

Incluso en los tiempos que corren, sigue siendo más barato seguir extrayendo minerales que reciclarlos, teniendo en cuenta la obsolescencia programada de muchos de los aparatos a los que se destinan. En el documental,  «Comprar, tirar, comprar«, cuenta casos significativos de obsolescencia programada, como el de los iPod en Estados Unidos. Al principio de sacar este producto al mercado, su batería duraba unos 6 meses y cuando se agotaba, era irremplazable esa pieza y, por tanto, debías comprar otro nuevo. El caso llego a los tribunales por una demanda civil y finalmente, la compañia Apple empezó a hacer reparaciones de baterías. En una entrevista, Ana Echenique, de la Confederación de Consumidores y Usuarios, comenta que en España no existe una legislación concreta para estos casos de obsolescencia programada.

Obsolescencia programada

En la actualidad, también podemos observar la existencia de la obsolescencia programada psicológica: esto no tiene que ver con el producto, sino que tiene que ver con nuestra necesidad (o la que nos crean las marcas) de seguir las modas, ya sea en ropa, en aparatos electrónicos, etc. Una nueva herramienta para hacernos consumir más y más rápidamente, olvidando el impacto ecológico de este estilo de vida basado en la esquilmación de recursos naturales.

Esta dimensión medioambiental no está muy presente en los programas de Educación Mediática, y no forma parte de nuestras preocupaciones como educomunicadores y, sin embargo, Fernando Tucho comenta que «integrar la dimensión medioambiental dentro de la Educación Mediática (New Media Literacy) nos abre un campo amplio de posibilidades en pos de nuestros objetivos de una ciudadanía más activa, crítica, creativa y consciente en el uso de los medios y las tecnologías, donde la relación con ellas nos sirva tanto para conocernos mejor a nosotros y nosotras mismas como para construir sociedades y entornos más sostenibles y acogedores para todos los seres vivos». Así que, habrá que tenerlo en cuenta.

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invertir en aprendizaje informal es apostar por un nuevo enfoque educativo

abril 24, 2012

¿Qué es el aprendizaje informal?
Coombs (1985) define el aprendizaje informal como el aprendizaje espontáneo; un aprendizaje no estructurado que se desprende de nuestras actividades diarias, las cuales tienen lugar en distintos ambientes. Se trata, pues, de un concepto diferente al del aprendizaje formal que tiene lugar en las aulas y que es el objetivo de nuestro sistema educativo.

El concepto de aprendizaje informal está muy relacionado con el de «lifelong learning«, que hace referencia a un aprendizaje continuo, que se produce a lo largo de la vida del individuo y que permite una constante construcción de conocimiento a partir del desarrollo de sus capacidades y habilidades y a partir de la interacción con los demás.

Diferencia entre aprendizaje formal y aprendizaje informal

Hay otras muchas características que diferencian el aprendizaje formal del informal, como bien establece Hager (1998).

Mientras que el aprendizaje formal se basa en la adquisición de un conocimiento explícito, fácil de obtener y estructurar, el aprendizaje informal se centra en la obtención de un conocimiento tácito que resulta más difícil de transmitir porque no está planificado, no posee un currículo formal, sino que emerge esencialmente de la interacción entre los aprendices. En este sentido, sí puede diseñarse un entorno específico para facilitar este aprendizaje informal, pero normalmente permanece implícito en la mayoría de las veces y, por lo general, el aprendiz no toma conciencia del conocimiento adquirido.

Mientras que el aprendizaje formal se basa en la adquisición de un conocimiento explícito, fácil de obtener y estructurar, el aprendizaje informal se centra en la obtención de un conocimiento tácito que resulta más difícil de transmitir porque no está planificado, no posee un currículo formal, sino que emerge esencialmente de la interacción entre los aprendices. En este sentido, sí puede diseñarse un entorno específico para facilitar este aprendizaje informal, pero normalmente permanece implícito en la mayoría de las veces y, por lo general, el aprendiz no toma conciencia del conocimiento adquirido. En este esquema podríamos ver las equivalencias entre las características básicas del aprendizaje formal comparadas con las del informal:

Pero, ¿qué aporta de nuevo el aprendizaje informal?

Edgar Dale fue un prestigioso pedagogo estadounidense que desarrolló el siguiente cono de la experiencia:

Si lo observamos detenidamente, podemos comprobar que gran parte de nuestro aprendizaje proviene de lo que hacemos, «learn  by doing» (aprender haciendo), y sólo una parte muy pequeña proviene de lo que escuchamos o leemos.

Según María Victoria Manetti, los simuladores virtuales de aprendizaje favorecen la adquisición de este “learning by doing”, que es lo más difícil de adquirir en el mundo real. Por simulador se entiende la representación de un escenario que imita a la realidad haciendo posible la reproducción de lo cotidiano. Muchas veces es costoso reproducir esos escenarios pero las nuevas tecnologías acercan esta posibilidad en la que los docentes pueden plantear situaciones variadas, crear distintas estrategias que supongan una acción-reacción y que los aprendices puedan equivocarse sin que tenga perjuicio en la realidad.

A raíz de este ejemplo, puede inferirse que el desarrollo de las nuevas TIC fomenta este aprendizaje informal y cobra una especial importancia al proponer un nuevo enfoque educativo.

El papel de las redes sociales en el aprendizaje informal

En este sentido, las redes sociales están en pleno auge dentro de las herramientas virtuales para la comunicación y la educación. Las redes sociales se han situado como el canal específico donde participar en el ágora social, y parte de esta participación consiste en estar mejor informados y aprender.

La construcción del conocimiento en estas redes sociales se produce a través de la interacción de distintos nodos o fuentes de información (Teoría del Conectivismo). Por ello, estas redes sociales pueden desempeñar un papel muy importante en el aprendizaje informal. Art Kleiner (2002) explora la «teoría cuántica de la confianza» de Karen Stephon, que explica no sólo cómo reconocer la capacidad cognitiva colectiva de una organización, sino cómo cultivarla e incrementarla. En estas organizaciones, el individuo es, a la vez, consumidor y productor de conocimiento, teniendo la posibilidad además de difundir ese conocimiento a través de dichas redes.

El hecho de tener un acceso permanente a la red, (la aparición del concepto «siempre conectado») obliga a replantearse cómo ha variado nuestra  forma de relacionarnos con los demás y cambiar los medios de  enseñanza y aprendizaje. En este sentido, Sherry Turkle, socióloga y psicóloga, preconizó el efecto terapéutico que tendría sobre el ser humano nuestra interacción con Internet, los robots y los ordenadores. Quince años después, su discurso ha cambiado: «Apaguen sus teléfonos y empiecen a vivir», comentó en esta conferencia TED:

La socióloga explica esta dependencia a la accesibilidad a las nuevas tecnologías desde el punto de vista emocional: estar siempre conectadas/os nos permite tener atención constante, disponer de miles de foros donde ser escuchadas/os y nunca estar solas/os.

En tan solo unos pocos años de interaccionar con los ordenadores y en espacios virtuales, hemos perdido infinidad de valores humanos. O más que perderlos, los hemos confiado a las máquinas, esperando más de ellas que de las propias personas. Esto pone de relieve la inmadurez que aún tenemos hacia las nuevas tecnologías. Por ello, avanzar y cuestionar los nuevos usos telemáticos, y dirigir esa crítica hacia el fomento y ejercitación de nuestra inteligencia, podría ser el comienzo de un aprendizaje informal.

Nuestro sistema educativo fomenta este aprendizaje informal?

Nuestro sistema educativo actual fomenta un aprendizaje basado en objetivos y criterios de evaluación, que fomenta la estandarización: todo el alumnado debe aprender lo mismo, independientemente de sus características individuales.

Esta circunstancia resulta paradójica si reflexionamos acerca del peso específico que tiene el aprendizaje formal y el aprendizaje informal: gran parte del conocimiento que adquirimos a lo largo de nuestra vida es consecuencia del aprendizaje informal, sin embargo, este tipo de aprendizaje no es evaluado ni valorado.

Por otra parte, también se ha visto la importancia de las nuevas tecnologías en la creación de este aprendizaje informal, con lo que podría señalarse que, en el actual contexto de recortes sociales, que afecta a servicios básicos como la enseñanza, no es justificable la inversión en aprendizaje informal porque no hay recursos para dotar las aulas de estas infraestructuras. Sin embargo, y como hemos visto a lo largo de este texto, esta inversión en nuevas tecnologías no es condición imprescindible para impulsar este enfoque educativo, sino que la tecnología e Internet se erige como una herramienta más para crear esos Entornos Personales de Aprendizaje (PLE, en sus siglas en inglés). El esfuerzo debería realizarse hacia la confección de un contexto gratuito, dinámico y personal y no hacia inversiones monetarias.

Este fenómeno que podría denominarse «comercialización del entorno cibernético«, busca ponerle precio al tiempo que le dedicamos a los distintos servicios que nos ofrece Internet. Este aspecto afecta de forma evidente a nuestro aprendizaje informal. Así pues, y como advierte Régis Derbray: «no nos podemos dejar obnubilar por el medio técnico, pensemos en el entorno social». Es decir, que el aprendizaje informal no se desarrolla únicamente gracias a la tecnología de Internet, sino que se genera en un espacio social, que ahora también se sitúa en el ciberespacio, el cual ha sido creado por todos los internautas y, por tanto, nos pertenece. Podría decirse que al ser propietarios, no tenemos que pagar por estos servicios.

A este respecto, no hay que olvidar que el potencial educativo de Internet reside en la gratuidad de sus servicios, por ejemplo, mediante el desarrollo del software libre, y no en el número de equipos telemáticos disponibles por cada alumna/o. El ciberespacio como oportunidad de negocio, vuelve a estar dominado por grandes empresas. Sin embargo, en el contexto actual, este paradigma de control privado convive con una comunicación más horizontal que permite, entre otras cosas, el intercambio de recursos de aprendizaje.

Actualmente, asistimos a este desafío político y social en el que la ciudadanía desempeña el papel protagonista. El empoderamiento de la ciudadanía en Internet empieza cuando el/la usuaria/o-ciudadana/o busca información: navega. En ese momento, está adquiriendo una serie de conocimientos que son muy difíciles de controlar desde el punto de vista educativo. Sin embargo, ese hecho no se puede descuidar porque, de esta manera, accede a una gran cantidad de información y desarrolla destrezas para el manejo de esta información digital.

Este acceder a una gran diversidad de fuentes supone un aprendizaje en sí, ya que la búsqueda es siempre activa, lo cual significa una respuesta al monólogo discursivo que tradicionalmente han representado los medios de comunicación. La interactividad de este canal digital, Internet, supone una participación ciudadana a la hora de romper la unidireccionalidad.

Para concluir, os dejamos estos dos vídeos que ofrecen interesantes reflexiones acerca del aprendizaje informal:

En el primero, José A. Latorre habla de aprendizaje informal atendiendo a una petición formulada por la EAPC para unas Jornadas sobre esta cuestión


El segundo es un vídeo del Seminario eMadrid sobre «Redes sociales en educación»
que trata sobre «Cómo congeniar aprendizaje informal con programas académicos oficiales», cuyo autor es Daniel Burgos (UNIR)
de la Universidad Carlos III de Madrid

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Fuentes:

• Ibáñez, J. (2003). Acceso a la Información y aprendizaje informal en Internet. En revista Comunicar, nº 21. (páginas 31-38)

• Adell Segura, J. y Castañeda Quintero, L. (2010) “Los Entornos Personales de prendizaje (PLEs): una nueva manera de entender el aprendizaje”. En Roig Vila, R. & Fiorucci, M.(Eds.)

• Coombs, P.H. (1985). The World Crisis in Education: A View from the Eighties. New York: Oxford University Press.

• Kleiner, A. (2002). Karen Stephenson’s Quantum Theory of  Trust.

• Hager, P. (2001). Lifelong Learning and the Contribution of Informal Learning. En Sawano, Y. Ed: (Vol. International Handbook of Lifelong Learning). London: Kluwer

Celis, B. (2012). La “ciberdiva” que nos pide desconectar

• Presentaciones: Aprendizaje informal y las-redes-sociales-elemento-clave-en-el-aprendizaje-informal