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Impactos medioambientales de las nuevas tecnologías para la comunicación y el aprendizaje

septiembre 7, 2012

Al abordar la reflexión en torno a las nuevas tecnologías para el aprendizaje y la comunicación, se deben tener en cuenta el impacto que estos medios tienen en nuestro medioambiente.

La revolución tecnológica que vivimos hoy en día tiene efectos positivos y negativos en los individuos y en la sociedad, pero a esto hay que sumarle una tercera dimensión: la medioambiental.

En este sentido, se puede hablar de distintos impactos. Por ejemplo, en el consumo energético: Según Greenpeace, los centros de datos y las redes de telecomunicaciones consumirán en el 2020 casi dos billones de kilowatios/hora. A raíz de este dato, esta ONG ecologista lanzó una campaña de sensibilización respecto al tema, cuando Facebook anunció en 2010 su intención de abrir un nuevo centro de datos en Oregón alimentado por energía procedente del carbón, una de las más contaminantes.

Sin embargo, estas cifras deben verse en un contexto más global, ya que el impacto no sólo procede del consumo de energía de estos aparatos, sino de todo el ciclo de vida de los mismos. Este ciclo abarca desde la producción hasta el proceso de reciclaje, pasando por las políticas globales en comercio y demás. Cuando hablamos de la producción de estos aparatos, la preocupación viene por el excesivo consumo de recursos naturales empleados o el uso de componentes tóxicos presentes, sobre todo, en las baterías. Cuando hablamos del proceso de desecho, hay que tener en cuenta que son materiales difíciles de reciclar y en muchas ocasiones, no es rentable -monetariamente- reutilizar los componentes. Solo en 2010, se generaron en España 652 millones de kilogramos, es decir, 13,86 kg por persona, de los que únicamente 2,55 kg se recogieron y procesaron correctamente a través de los ‘sistemas integrados de gestión‘ (SIG).

Por poner un ejemplo de todo lo anterior, cada ordenador que utilizamos supone extraer y procesar 1.000 veces su peso en materiales, con el transporte de productos que ello implica y los impactos ecológicos que su producción supone.

El hombre, al servicio de la tecnología

El carácter inmaterial de la Sociedad de la Información y su condición ambiental inocua, es un mito. «Actividades que consideramos “amigables con el medio ambiente”: la lectura de un periódico on line, el envío de gran cantidad de información vía email, o colgar vídeos enYoutube, tienen también su coste energético y medioambiental, aparte de económico. Algunas de estas actividades se suponían que iban a ahorrar, por ejemplo, consumo de papel, pero el derroche de papel a escala global no ha hecho sino aumentar de forma imparable», comenta Ramón Fernández Durán.

Es decir, que los impactos ambientales de Internet se dan también en los efectos rebotes generados por este ciclo de vida que transforman la eficiencia y el ahorro en un mayor consumo posterior de recursos, generando grandes huellas ecológicas. «Este hecho choca con la cultura del “gratis total” que promueve Internet, y que muchos manipulan y magnifican, pues no hay ninguna actividad humana que sea “gratis” en términos energéticos y ambientales», de nuevo, parafraseando a Ramón Fernández Durán. De esta forma, la Sociedad de la Información puede ayudar a ocultar aún más la gravísima crisis ecológica que enfrentamos.

Consumir hasta morir

Incluso en los tiempos que corren, sigue siendo más barato seguir extrayendo minerales que reciclarlos, teniendo en cuenta la obsolescencia programada de muchos de los aparatos a los que se destinan. En el documental,  «Comprar, tirar, comprar«, cuenta casos significativos de obsolescencia programada, como el de los iPod en Estados Unidos. Al principio de sacar este producto al mercado, su batería duraba unos 6 meses y cuando se agotaba, era irremplazable esa pieza y, por tanto, debías comprar otro nuevo. El caso llego a los tribunales por una demanda civil y finalmente, la compañia Apple empezó a hacer reparaciones de baterías. En una entrevista, Ana Echenique, de la Confederación de Consumidores y Usuarios, comenta que en España no existe una legislación concreta para estos casos de obsolescencia programada.

Obsolescencia programada

En la actualidad, también podemos observar la existencia de la obsolescencia programada psicológica: esto no tiene que ver con el producto, sino que tiene que ver con nuestra necesidad (o la que nos crean las marcas) de seguir las modas, ya sea en ropa, en aparatos electrónicos, etc. Una nueva herramienta para hacernos consumir más y más rápidamente, olvidando el impacto ecológico de este estilo de vida basado en la esquilmación de recursos naturales.

Esta dimensión medioambiental no está muy presente en los programas de Educación Mediática, y no forma parte de nuestras preocupaciones como educomunicadores y, sin embargo, Fernando Tucho comenta que «integrar la dimensión medioambiental dentro de la Educación Mediática (New Media Literacy) nos abre un campo amplio de posibilidades en pos de nuestros objetivos de una ciudadanía más activa, crítica, creativa y consciente en el uso de los medios y las tecnologías, donde la relación con ellas nos sirva tanto para conocernos mejor a nosotros y nosotras mismas como para construir sociedades y entornos más sostenibles y acogedores para todos los seres vivos». Así que, habrá que tenerlo en cuenta.

3 comentarios

  1. Mariola, felicidades por tu post. Me parece un tema muy acertado, que todos deberíamos tener muy en cuenta. Es cierto que a veces no nos paramos a pensar en el coste medioambiental del uso de las nuevas tecnologías, dejándonos arrastrar, como dices, por la creencia –deliberadamente impuesta por las grandes empresas del sector – de que todo lo tecnológico es mejor y más barato.
    Como comentamos el otro día en clase, es necesario que realicemos un uso crítico de las nuevas tecnologías. Si las nuevas tecnologías deben servirnos a nuestros intereses –y no al revés -, ciertamente deberemos asegurarnos de que el coste medioambiental que conllevan es asumible.
    Desafortunadamente, la falta de legislación al respecto provoca que el único criterio que se siga respecto a la obtención y reciclaje de los materiales sea el económico. Es necesario, pues, que se desarrolle y amplíe la legislación en este ámbito, de modo que se minimicen al máximo los impactos medioambientales de esta industria. Sólo de este modo, podremos garantizar, en mi opinión, su continuidad y sostenibilidad.
    También me ha encantado el vídeo, refleja muy bien el tipo de sociedad en el que nos hemos convertido y del que, en mi opinión, debemos intentar salir.
    Felicidades de nuevo, me ha encantado tu post.


  2. Mariola, me uno a la felicitación de Inmaculada. El tema que planteas es muy interesante y me alegro de que lo hayas hecho en el contexto de esta asignatura y master. Como comentas, estos datos quedan a la sombra del imparable crecimiento de las nuevas tecnologías y en muchas ocasiones son silenciadas por las propias compañías tecnológicas. Hace unos meses escuché en la radio un debate donde se hablaba del retraso que tiene nuestro país en materia de legislación medioambiental, en concreto, en lo que se refiere a impuestos. Creo que es un tema muy interesante que da para una verdadera tesis (así que si te animas… 🙂

    En cuanto a la obsolescencia programada, ésta se ha impuesto en nuestra sociedad imperando el lema de que arreglar algo siempre sale más caro que comprar uno nuevo. Gracias a la crisis se está rompiendo con esto y se está volviendo a tener más consciencia de esto, aunque desgraciadamente sea por motivos estrictamente económicos.


  3. Mariola, me ha gustado mucho tu post porque, además de interesante, abordas un tema que, aunque inconscientemente todos conocemos, preferimos no reflexionar sobre él.
    Me llamó mucho la atención el dato que ofreces de que en 2010 cada uno de los ciudadanos generamos 13,86 kilogramos de estos residuos y que sólo se trataron correctamente algo más de dos kilos, con lo cual supongo que en 2011 y 2012 estas cantidades se habrán incrementado junto al daño a nuestro medio ambiente.
    Creo que no es proporcional el uso de nuevas tecnologías con lo que hacemos con ellas cuando las desechamos, y si estamos tratando de fomentar el aprendizaje ubicuo y el uso de dispositivos para la educación, al mismo tiempo deberíamos proporcionar los conocimientos apropiados a nuestros niños para que tengan conciencia sobre el excesivo consumismo que padece esta sociedad, quien lo promueve con la obsolescencia programada y cual es el interés económico que hay detrás de todo ello.
    Creo que es perfectamente compatible la convivencia entre medio ambiente y tecnología y el sistema, económicamente hablando, se podría mantener con políticas de reciclaje adecuadas que también generarían el desarrollo económico.
    Muchas felicidades por tu trabajo.



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